La VENTANA de FIHNEC
Capítulo Siete Mares
FIHNEC El Salvador

2003 - "JESÚS VRS. MARX" - Extracto del Capítulo 5 del libro ONE STEP AT A TIME (Un Paso a la Vez) de Donald W. Benner

“Estando en Costa Rica, sentí el deseo de iniciar un capítulo de la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo. Revelamos a los misioneros Bill y Hilda, nuestros deseos de evangelizar nuestro vecindario. Hilda dominaba bien el español y consiguió un sitio para las reuniones. Nos anunciamos localmente y hablamos con algunos vecinos a quienes les interesó la presencia de Hombres de Negocio de Estados Unidos.

En nuestra primera reunión nos presentamos y justo antes de mi testimonio, llegó un hombre que cuando Hilda dijo ¡Oremos!, vociferó: ¿Orar? Estaba pasado de copas y gritó: “¡Creí que esta era una reunión de mercadeo, pero me huele a una reunión religiosa, y yo no quiero nada que tenga que ver con religión!” Tímidamente le pregunté: “¿Por qué?” Y él contestó: “Porque soy el pecador más grande de este salón.” Mi esposa Rose Ann se atrevió a decirle: “Señor, por favor siéntese para oír lo que vamos a decir.” Él continuó diciendo: “De hecho soy el más grande pecador de este mundo, ¡Dios sabe lo malo que soy!” Mi esposa le dijo que ese era el primer requisito, confesarse pecador como base del arrepentimiento. Se sentó y procedimos con nuestra reunión. Su nombre era Miguel Baeza Pardo, y al terminar, para sorpresa mía nos estaba invitando a su casa para la próxima reunión.

El siguiente Jueves en casa de Miguel, tuvimos más asistentes. Algunos amigos de Hilda oraron para que el Espíritu de Dios se moviera entre los presentes, sanando dolencias físicas. Mi breve oración fue interrumpida por un joven que saltaba y flexionaba su pierna gritando, ¡HE SIDO SANADO! Hacía años jugando fut-ball fue lesionado. Su médico le había indicado una operación que no podía pagar. Resignado al dolor, usaba muletas. Venía de lejos y dijo no saber cómo estaba allí. Alabamos a Jesús.

La señora de Miguel, doña Flora Montes de Oca, se acercó a ver, y asegurarse de la sanidad del joven. Al final de la reunión Miguel hizo una sorprendente revelación. “Desde la pasada reunión he dejado de beber y me siento mejor. Creo que hay esperanza para mi.” Añadió que la siguiente reunión sería en su oficina. De pronto doña Flora se puso al centro y dijo: “Si Dios sanó a ese joven, ¿Creen que podría sanar mi pierna?” “Por supuesto” – le respondimos – “¿Desea que oremos por usted?” “Por favor” - respondió. Oramos, y nos despedimos.

El siguiente Jueves en la oficina de la Agencia Publicitaria de Miguel, entre los invitados estaba Max, prominente abogado salvadoreño exiliado. Esperando que llegaran más invitados, Max exaltaba el Marxismo, cuando uno de los asistentes se levantó y apuntándole el dedo a la nariz le dijo: “Señor, estamos aquí para hablar solamente de Jesucristo!” A lo que el aludido respondió, “Pero Marx tiene mucho más que ofrecer a la gente que Jesús.” Al oír eso Miguel nos sorprendió diciendo: “Max, ¡Si Marx puede hacer lo que Jesús ha hecho por mí y mi esposa!, le seguiremos. Mientras seguiremos a Jesús.” “¿Y que es lo que Jesús ha hecho por ti?”- preguntó Max. Miguel entonces dijo: “Ustedes saben que mi esposa por años ha tenido un cáncer cutáneo en una pierna. El jueves pasado este grupo oró por ella. Esa noche fuimos a la cama y no notamos cambio, pero a la mañana siguiente notamos que la horrible llaga había desaparecido y en su lugar había piel como de bebé, sin cicatriz.” Todos alabamos a Jesús y acordamos seguir a Jesús y no a Marx.

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